El poder del pueblo
El poder del pueblo y su participación política fueron conceptos aplicados en la Edad Antigua en Atenas y Roma, para decaer luego en el sistema feudal medieval y en las monarquías absolutas de la modernidad.
Desde fines del siglo XVII comienzan nuevamente a nacer las ideas del poder popular. Para el liberal John Locke (1632-1704) en el pueblo radica el poder supremo estatal. El pueblo posee derechos individuales que siempre conserva, aún cuando exista el gobierno electo por él, al que puede destituir si abusa de su poder.
Para Rousseau (1712-1778) la libertad es el estado natural del ser humano, que conforma el Estado por razones de seguridad, cediendo a favor de la comunidad todos sus derechos. Cada individuo por un contrato social, acepta quedar sometido al poder de la mayoría, y es en esa mayoría donde radica el poder popular en una democracia.
Georg Jellinek, (1851 – 1911) perteneciente a la escuela clásica alemana, enfatizó, siguiendo los postulados de los revolucionarios franceses, que la soberanía radica no en la nación, sino en el Estado, cuyo órgano supremo es la comunidad del pueblo.
Raymond Carré de Malberg (1861-1935) jurista positivista francés, distinguió la democracia propiamente dicha o integral, donde la participación de los ciudadanos es directa y es su voluntad la que gobierna; del gobierno representativo, donde el poder popular solo se manifiesta en el acto eleccionario.
El profesor francés Adhémar Esmein (1848-1913) en igual sentido, manifestó que la soberanía popular en los gobiernos representativos se expresa por el sufragio. La decisión expresada por el voto de la mayoría es de lo que se desprende la voluntad nacional.
