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Legitimidad del poder

Publicado por Hilda

Legitimidad del poderLa legitimidad del poder hace referencia a la justificación de la autoridad de mandar y peticionar obediencia a los gobernados, obtenida por consenso, que a su vez deviene del prestigio político de quien ejerce la autoridad. El pueblo obedece pues existe el convencimiento de que las órdenes son dadas con el fin de beneficiar a todos, y no por un interés personal del gobernante de favorecerse a sí mismo o a determinados sectores. Esto le proporciona la posibilidad de ejercer el monopolio de la fuerza, ante situaciones particulares de desobediencia a las leyes.

Muchas veces se consigue igualmente la obediencia por el uso de la fuerza, sin que la gente los considere dignos, pero en ese caso, si bien habrá relación de mando-obediencia efectivo, no habrá legitimidad. Un ejemplo concreto es lo que ocurrió en América Latina durante las dictaduras militares de la década del 70. El pueblo aceptó la autoridad por temor, pero no por convencimiento de que las políticas aplicables fueran éticamente correctas. En general, no perduran en el tiempo.

Así como la legitimidad es la conciencia de que la autoridad ejerce el poder de modo ético, la legalidad es la corroboración de que ha asumido sus funciones de acuerdo a las normas legales vigentes, que en la democracia es a través del voto popular, que convierte al poder, en poder de derecho.

Van estrechamente unidas (legalidad y legitimidad) ya que en cada elección popular, que confiere legalidad al nuevo gobierno elegido por mayorías, el pueblo otorga su vez su confianza a quien considera que gobernará con legitimidad, de acuerdo a los valores que la sociedad estima positivos. Durante el mandato, la legitimidad se da a conocer a través de la opinión pública, que es acallada por los gobiernos cuando la consideran no satisfactoria, y allí comienza gradualmente la restricción a los derechos humanos, que puede acabar en desobediencia civil y como contrapartida, en represión gubernamental. La legalidad y la legitimidad, por el contrario, presagian un gobierno de paz y prosperidad.