Los valores
Las cosas que importan a una sociedad en un determinado tiempo, se llaman valores, justamente porque valen, porque es preciso defenderlos, y enseñárselos a los miembros de esa comunidad, para lograr así, el modelo social deseado. Los valores se enseñan a través de las actitudes políticas de los gobernantes, en la escuela, en los medios masivos de comunicación, en el seno de las familias, en los clubes, etcétera.
Los valores pueden ser éticos (bien) estéticos (belleza) religiosos, técnicos (utilidad) materiales, etcétera.
Las clases de normas a que ya hemos hecho referencia, se asientan en esos valores, calificando conductas como buenas o malas, deseables o no deseables, en orden a los valores que considera superiores, ya que esas cosas que importan estructurarán la vida individual o social, de acuerdo a la jerarquía en que estén ubicados.
Si bien es deseable que los valores superiores sean los de amor, familia, amistad, respeto, trabajo, educación, la actualidad nos muestra que el dinero y lo que con él se puede comprar, y los valores estéticos, configuran en la mayoría de las culturas occidentales, los valores primordiales. Vivimos en una sociedad consumista y preocupada más que por la moralidad, por complacer deseos utilitarios. Es cierto que los valores cambian a través del tiempo y aún en una misma época, en distintas culturas. No eran los mismos los valores religiosos de la Edad Media, donde la iglesia y lo divino inspiraba todos los órdenes de la vida, que el lugar que la religión ocupa hoy en nuestra escala de valores. Sin embargo, si observamos en los países musulmanes la religión sigue teniendo un lugar preponderante, estando entre sus prioridades.
Estas distintas concepciones de lo que importa, establecen las características de la vida personal, de los distintos estados, y aún del mundo. Una persona que trabaja todo el día, llegando a la casa solo para dormir, no para satisfacer necesidades básicas, sino para brindarle a su familia vacaciones en lugares exóticos, ropas lujosas, y artículos tecnológicos sofisticados, está privilegiando los valores utilitarios y consumistas que los de amor, comprensión, compañía, ya que si bien puede quererlos mucho, no les brinda su presencia. Un país donde ganan más, y son socialmente más reconocidas las modelos publicitarias, los actores y los deportistas, que los científicos e intelectuales, creará un modelo donde las personas que compongan esa comunidad asumirán tácitamente que esos son los valores supremos, aún cuando en teoría se proclamen otros.
Los valores no están escritos, subyacen latentes en todas las decisiones y actos de las personas. Así, si un gobierno expresa que le interesan en primer término la salud y la educación de su pueblo, pero en el presupuesto no se destinan a esos sectores los recursos necesarios, y los hospitales y escuelas no funcionan como corresponde, esas declaraciones no pasarán de ser simples enunciados teóricos que no arraigarán, o sea, no se sentirán como valores realmente adoptados
Los valores y las normas
Cuando las normas éticas nos imponen no mentir, están destacando como valor a la verdad, cuando nos piden desde nuestra conciencia ayudar a un necesitado, están imponiendo la caridad. En el caso de las normas religiosas cuando consagran no matar, no robar o no codiciar la mujer del prójimo, están priorizando los valores de la vida, la propiedad y la monogamia. Con las normas jurídicas ocurre lo mismo, pues se nutren de las anteriores. Vemos por lo tanto, si observamos ordenamientos jurídicos de distintos países que sus normas pueden diferir en torno a su jerarquía de valores. En países más laicos fue más fácil aceptar el divorcio, que en aquellos más influidos por valores religiosos, y lo mismo ocurre con el aborto.
Cada cultura privilegia, y es bueno que así suceda sus propios valores, lo que le confiere identidad nacional, pero es diferente la posición según crea que los suyos son los únicos valores que pueden y deben imponerse a todas las culturas, por ser los únicos verdaderos (etnocentrismo) como sucedió en el régimen nazi, o considerar que si bien uno cree en sus propios valores, inculcados en la sociedad en la que nació y creció, hay otras sociedades que poseen otros, igualmente respetables (relativismo cultural). Adoptar el etnocentrismo conduce a la intolerancia y a la discriminación.
Sin embargo la mayoría de las naciones considera que deben existir valores universales, que las normas de todos los países deben respetar, y que por lo tanto su violación amerita que la comunidad internacional pueda tomar intervención en esos estados, en defensa de la dignidad humana.
Un caso específico en este sentido ocurrió en Nigeria, en el año 2002, cuando la comunidad internacional se solidarizó con Sofya, una mujer soltera y embarazada, de 30 años de edad, que había violado las normas jurídicas de su país que impiden tener relaciones sexuales sin estar casada, La condena era la muerte por lapidación. Gracias a la presión exterior, Sofya no perdió su vida. Otro caso similar ocurrió recientemente en Irán con Mokarrameh Ebrahimi de 43 años, que fue absuelta, por gestión de la comunidad internacional, luego de sufrir 11 años de prisión acusada de adulterio, y estaba condenada a la lapidación. Como vemos el valor fidelidad (de la mujer) ocupa un alto rango en la jerarquía en esos países, aunque atentan contra otro, según la mayoría de los ciudadanos del mundo, que debe tener prioridad: el de la vida.
Discutir si debe legalizarse el aborto o la pena de muerte, lleva a largas polémicas, pues habrá opiniones favorables o no, de acuerdo a los valores que se prioricen.