Homicidio consentido

Ocurre un homicidio consentido cuando una persona deseando matarse y no pudiendo hacerlo, por razones físicas o falta de valor, le pide a otro que la mate o sea que sería algo así como una mezcla de suicidio y homicidio.

En Argentina esta figura penal no se halla contemplada quedando configurado el hecho como homicidio simple, si bien pueda ser tenido en cuenta por el juez al graduar la pena entre su mínimo y máximo. Es una figura similar a la eutanasia, pero en este caso el móvil es evitar un sufrimiento innecesario al enfermo incurable, y matarlo antes de que sufra los estragos de la enfermedad incurable. En Argentina también la eutanasia sería un homicidio simple o una instigación al suicidio.

No todos los países consideran que estos casos especiales de homicidio (por consentimiento de la víctima y por piedad) deban considerarse homicidios simples. En Bélgica, Holanda y Luxemburgo la eutanasia no tiene penalidad. Suiza permite el suicidio asistido, o sea que sea el propio enfermo el que termine con su vida con colaboración de su médico que le brinda los medios para hacerlo, por ejemplo, pastillas. El artículo 143 inciso 4 del Código Penal español reduce la pena a quien colabore con la muerte de otra persona, a su pedido, si ella sufriera una enfermedad grave o dolores insoportables.

Un caso curioso y a la vez espeluznante de un posible homicidio consentido es el que ocurrió en Alemania, cuando un caníbal llamado Armin Meiwes se comió a su víctima, con su consentimiento, el ingeniero bisexual Bernd Jürgen Armando Brandes, que había conocido en un portal de Internet. La pena para el homicida fue un verdadero problema pues la fiscalía peticionaba la calificación de asesinato por motivos sexuales, la que finalmente se escogió, luego que el Tribunal Supremo revocara la condena a ocho años y medio por homicidio involuntario mientras la defensa peticionaba la de homicidio a petición. El canibalismo en Alemania no está tipificado.