El pensamiento político de Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino vivió entre los años 1227 y 1274, durante el período histórico conocido como la Baja Edad Media, donde el pensamiento de la iglesia católica se imponía en todos los órdenes de la vida, y Santo Tomás pertenecía a la orden mendicante de los dominicos, por lo que su pensamiento político es, en primera instancia, subordinar el poder temporal al celestial, y la razón a la fe, por lo que la iglesia tiene mayor autoridad que los reyes.
El hombre para Santo Tomás es un ser social y político y por eso conformó Estados, para lograr compensar las carencias naturales, ya que ningún hombre puede solo abastecerse. Un Estado justo o recto, es aquel que intenta lograr el bien común. Sus pensamientos políticos están contenidos en las siguientes obras de su autoría: La “Suma Teológica” escrita alrededor de 1270, pero especialmente en “Opúsculo sobre el gobierno de los Príncipes” escrito hacia el año 1265, sobre el origen del estado, la naturaleza del poder político y sus funciones, y “Comentarios a la Política de Aristóteles”. Aristóteles fue el filósofo que más influyó en su pensamiento. Al igual que él, consideraba que venimos al mundo sin conocimiento alguno, y que todo lo aprendemos a medida que vivimos, por la experiencia. No reconocía por lo tanto la existencia de ideas innatas.
Para Santo Tomás, el poder de los gobernantes provenía de Dios, pues, siguiendo a San pablo, de Él proceden todas las potestades. La voluntad de Dios se manifiesta primero a través de la ley eterna, que es la expresión más racional existente, y de ella participan involuntariamente los seres irracionales, y voluntariamente el hombre. La ley eterna se instala en el corazón de cada persona y se expresa así la ley natural, que no está escrita y debe inspirar a los hombres a plasmar de acuerdo a ella, las leyes humanas positivas, que deben subordinarse a las naturales, ya que éstas son universales e inmutables. Si la ley humana es injusta debe ser anulada y desobedecida. A pesar de ser partidario de la monarquía electiva (pues uno solo debe gobernar el territorio a su cargo, al igual que Dios lo hace sobre el universo) el pueblo puede rebelarse si el mandatario ejerce su poder en forma tiránica.
No creía en la igualdad de clases, ya que el orden natural establecía que cada una de ellas, cumplía una determinada función en vistas al bien de todos.
Reconocía el carácter de derecho natural al derecho de propiedad, al que le asignaba una función social y productiva, pudiendo el Estado tomar de la propiedad privada los bienes necesarios para satisfacer necesidades de la población general, ya que en primera instancia el propietario de todas las cosas es Dios.