La gens
La gens fue la más primitiva vida comunitaria de la sociedad romana que precedió a la “civitas”. Era una organización jurídico-política, privativa de los patricios, basada en lazos solidarios y religiosos fuertes que unían a los agnados o gentiles.
Para Cicerón las personas que integraban la misma gens son las que tienen un nombre en común y descienden de hombres libres, que nunca padecieron servidumbre ni “capitis deminutio” de ninguna clase.
La gens estaba caracterizada por poseer un culto propio, un nombre en común (“nomen gentilium”), sepulturas comunes, derecho de herencia, un territorio que les pertenecía (pagus) normas propias que se aplicaban a los gentiles ingenuos, o sea que nunca habían sido esclavos (el “ius gentilatatis”) que la civitas fue unificando; jefes, conformados por los diferentes paters, y otros órganos de gobierno, como por ejemplo, asambleas, lo que le confería carácter de unidad política. La gens se basaba en lazos de solidaridad ante extraños, y arraigo, ya que no se podía abandonar la gens, salvo por adrogación. Como los casamientos eran prohibidos dentro de la gens, las mujeres que se casaban pasaban a integrar la gens de su marido.
Quien no respetaba las normas de la gens, dadas por la costumbre (“Mores Maiorum”) podía se castigado por la “notae gentiliciae” siendo excluido de la gens.
La Ley de las XII Tablas que llamaba a la sucesión a los agnados, a falta de ellos se la concedía a los gentiles, que concurrían en conjunto y recibían una porción viril. Del mismo modo, eran llamados como tutores legítimos en caso de no haber agnados.
Hay tres teorías sobre cómo se originó la gens:
Para Dionisio de Halicarnaso, la gens era una entidad artificial, que fue creada por Rómulo, quien dividió a la población en tres tribus que estaban integradas cada una por diez curias, que a su vez comprendían diez gens, o sea que en total las gens eran trescientas. A esta tesis adhieren Niebuhr y Giraud que argumentan que la gens nació como una subdivisión política de la curia que realizó el rey.
Rudof von Ihering y Fustel de Coulanges opinan que la gens no habría sido una creación de Rómulo sino se habría formado de modo natural, al agruparse las familias extendidas al crecer, en torno a un antepasado en común. Para encontrar al fundador de la gens deberíamos remontarnos de generación en generación hasta el primero de ellos.
Para Bonfante, la gens surgió de las familias que se aglutinaron en torno a un antepasado común, pero también se conformó por personas que no pertenecían a la familia como el caso de los clientes o de los adoptados o de los libertos manumitidos. Para ingresar a la gens sin ser descendiente, debía obtenerse la conformidad de la asamblea de los gentiles (cooptatio).
Fue la “civitas” la que paulatinamente fue haciendo perder la importancia de la gens, que cada vez contaba con más familias que difícilmente podían reconocer su origen.
Además, las conquistas plebeyas, que dan origen a las gentes plebeyas, y los crecientes poderes que va adquiriendo el Estado en detrimento de la gens van haciendo perder importancia a esta institución.
Sin embargo durante la República podemos observar algún vestigio de la existencia y accionar de la gen, en el caso de la gens Fabia que protagonizó una guerra privada contra la ciudad de Veyes, ciudad etrusca muy cercana a Roma, ubicada a la derecha del río Tiber, en el año 479 antes de Cristo.
En el Imperio tanto el “ius gentilicium” como la propia gens parecen haber desaparecido.