Cómo se determina el apellido de los hijos
El nombre y apellido de una persona sirve para identificarla e individualizarla y lo acompaña durante toda su vida. Es un derecho y una obligación de toda persona tener un nombre y un apellido, el que está determinado por la filiación. Lo más común en la actualidad es otorgar igualdad a ambos padres en la atribución del apellido, cambiando la antigua tradición de que fuera el padre quien lo transmitiera a su descendencia sistema usado en Francia hasta el año 2005, ya que a partir de esa fecha se puede optar por uno u otro apellido o llevar ambos. Aún persiste en Italia, en Bélgica y en los países anglosajones. Llevan un solo apellido, el paterno o el materno, los niños que nacen en suiza, Alemania, Holanda y Austria.
Desde el siglo XIX comenzó en España y los países de América Latina la costumbre de imponer el doble apellido, del padre y de la madre.
En México va primero el apellido del padre y luego el materno. Portugal y Brasil usan ambos apellidos, pero primero el materno. De la mano de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres los países van gradualmente cambiando sus leyes, y países como España (desde 1999) Dinamarca y Uruguay si bien disponen que el apellido del hijo por regla general es el paterno, por acuerdo entre los cónyuges pueden anotarlo con ambos en el orden que deseen.
En Bolivia, el presidente Evo Morales deja a los padres en la Nueva Ley de Familia la posibilidad de elegir el orden en que se colocarán los apellidos.
En Argentina, el nuevo Código Civil y Comercial se suma a estos cambios, y la tradición de llevar solo el apellido paterno simple o compuesto, y en unos pocos casos adicionarse el materno, siempre en segundo lugar, si los padres lo pedían, o el hijo a partir de los 18 años, se irá seguramente perdiendo.
En efecto, el artículo 64 del nuevo Código, dispone que el hijo nacido dentro del matrimonio lleve, a elección de los padres, cualquiera de sus primeros apellidos. Si no se ponen de acuerdo se hace un sorteo en la sede del Registro Civil. Pude agregarse el apellido del otro cónyuge, si lo desean ellos o el hijo cuando tiene edad y madurez suficiente (no establece una edad fija). Una vez que se determina el apellido del primer hijo, el mismo (solo o compuesto) se debe repetir en los demás.
Si se trata de un hijo extramatrimonial cuyo vínculo se determina con un solo padre, éste le dará su apellido. Si el vínculo lo mantiene con ambos, se aplica lo mismo que en los matrimonios. Si el vínculo filial con el otro progenitor se produce a posteriori, los padres deben ponerse de acuerdo sobre el apellido y en caso de no arribar a él, la decisión queda a cargo del juez quien deberá tomar en cuenta el interés supremo del niño.
En otros países como Grecia, el apellido de los hijos puede ser el del padre, el de la madre o una combinación de ambos. En Islandia, los apellidos se derivan del nombre del padre o de la madre, seguido de «son» (hijo) o «dóttir» (hija), respectivamente. En Rusia, los apellidos también pueden variar según el género del individuo.
En China, el apellido paterno es la norma, pero en algunas regiones del sur, los hijos pueden llevar el apellido de la madre. En Japón, la ley requiere que todos los miembros de una familia lleven el mismo apellido, que puede ser el del padre o de la madre.
En algunos países africanos, el apellido puede indicar la tribu de la que proviene la persona, su lugar de nacimiento o su ocupación. En algunas culturas indígenas, los apellidos pueden cambiar con los eventos importantes de la vida.
La elección del apellido de los hijos es un tema que sigue evolucionando en muchas sociedades, reflejando cambios en las normas culturales y las leyes. A medida que las sociedades se vuelven más igualitarias y reconocen los derechos de ambos padres, es probable que veamos más cambios en las convenciones de nomenclatura en el futuro.