La infidelidad en el nuevo Código Civil argentino

El nuevo Código Civil y Comercial argentino eliminó las causales de divorcio y las calificación de divorcio culpable que debía alegar quien unilateralmente lo pidiera.

Para pedir el divorcio ya no se necesita ni ponerse de acuerdo ni tener motivos que haya que probar, sino solo la voluntad unilateral o bilateral de poner fin la vida en común. Si alguien dio causa o no al divorcio, da igual, a la hora de evaluar las consecuencias, pues el cónyuge “inocente” no tendrá beneficio, ni el “culpable” un castigo, ni siquiera del tipo económico.

Ya el adulterio había desaparecido como delito penal en 1995, por obra de la ley 24.453, pero seguía rigiendo en el ámbito civil imponiéndose al culpable un castigo económico, ya que probada la causal, el divorcio devenía con la calificación de culpable y la obligación alimentaria para el inocente. En el actual código, por el divorcio, la compensación económica es para aquel de los cónyuges a quien manifiestamente el divorcio le ocasione un empeoramiento de su situación, desequilibrando sus finanzas.

El deber de fidelidad que legal e históricamente acompañaba el inicio de la vida matrimonial, pertenece al pasado. Por supuesto, esto no evitará, seguramente, que el miembro de la pareja que resulte engañado se enoje, y tal vez decida por ese motivo poner fin al matrimonio, pero no le suma ni le resta nada a su dolor, el infiel podrá proseguir con su vida, libre, dejando a su conciencia el juzgamiento de su acción. La justicia humana, no condena al infiel, y la fidelidad es ahora un deber moral, según el artículo 431, que además obliga a los cónyuges a comprometerse en el desarrollo de un proyecto de vida en común, que se base en la cooperación y la convivencia, prestándose mutua asistencia y alimentos. Si se causara daño moral con la infidelidad, este reclamo debe tramitarse separadamente del juicio de divorcio.