Prisioneros de Guerra
El prisionero de guerra es aquel combatiente en un conflicto armado internacional, perteneciente a cualquiera de las fuerzas (terrestre, aérea o de marina) que cae en poder de las fuerzas enemigas, durante la guerra, o inmediatamente a posteriori, en buen estado de salud, herido o enfermo.
La condición de los prisioneros de guerra varió a través de la historia. En las edades Antigua y Media, el prisionero era de propiedad del enemigo el que podía darle muerte o conservarlo como esclavo, convirtiéndose en muerto civil, de tal modo que muchos combatientes preferían el suicidio a ser prisioneros de guerra.
Esta situación cambió a partir del siglo XVII donde se empezó a considerar, aunque sin regulación jurídica, que el prisionero de guerra ya no era un peligro, y se lo debía retener en buenas condiciones, hasta que finalice la contienda. La Paz de Westfalia (1648) que concluyó la Guerra de los Treinta Años, fijó la regla que los prisioneros de guerra debían ser liberados al fin de las hostilidades sin ningún pago de rescate, permitiéndoseles volver a sus hogares.
En la actualidad el prisionero de guerra tiene el derecho (aunque en la práctica no siempre sucede) de recibir un trato humanitario mientras dure su situación hasta que sea devuelto a su país, al fin de la guerra.
El Convenio relativo al trato de los prisioneros de guerra firmado en Ginebra en junio de 1929, estableció los principios sobre los cuales debe basarse el trato del enemigo capturado o que se haya rendido.
Sintéticamente dispone que el trato a los prisioneros de guerra debe ser humanitario, conservando su capacidad civil y el derecho a practicar su religión, quedando en poder del Estado enemigo y no en el de las tropas que lo capturaron, debiendo acatar las leyes y reglamentos del Ejército de ese Estado.
Se prohíbe obligarlos a otorgar datos sobre su país o sus fuerzas armadas, impidiéndose que se les apliquen penas corporales. Conservan su graduación militar, y los lugares destinados a su detención, salubres e iluminados, deben estar alejados de las zonas de enfrentamientos. Pueden trabajar para personas particulares pero sin relación con la guerra.
Tienen derecho a intercambiar correspondencia, previamente censurada, con sus familiares a través de Oficinas de Información. Salvo aquellos prisioneros procesados o condenados por delitos comunes, los demás serán enviados a sus países lo más pronto posible al concluir el conflicto.
En la Tercera Convención de Ginebra realizada en 1949 se faculta a la potencia protectora o a la organización que la sustituya, a trasladarse al lugar de detención de los prisioneros de guerra a verificar si se cumplen las condiciones acordadas, y se dispone que la entrega de los prisioneros luego del conflicto, solo se hará a los Estados que apliquen el Tercer Convenio de Ginebra.
La Cruz Roja, con sede en Ginebra realiza una gran misión en este sentido. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) tomó gran intervención en la guerra argentino británica por las Islas Malvinas. Por ejemplo trasladó el 13 de mayo de 1978 a 189 argentinos prisioneros, desde la Isla Ascensión hacia Montevideo, desde donde fueron repatriados. Su intervención humanitaria se mantuvo hasta el fin de las hostilidades, y la liberación de todos los prisioneros.