Marxismo y trabajo
Para el marxismo el trabajo hace a la realización plena del hombre, pues por naturaleza el ser humano es un ser creativo, pero esto no sucede con el trabajo generado por el capitalismo que conduce a su alienación. Lo producido por el trabajo en el capitalismo, le es arrebatado al trabajador. Esa plusvalía, la ganancia obtenida, que se logra por lo que a la materia prima le es adicionada por el trabajador, queda en manos del dueño del capital (el patrón). Es el obrero el autor de la ganancia; pero no la percibe, solo recibe a cambio, un salario indigno.
El hombre debería dignificarse a través del trabajo, al colocarse en un escalón por encima de la naturaleza, pues solo él puede transformarla, pero a su vez lograr su propia transformación, perfeccionándose como persona. Esa transformación no solo modifica al hombre sino que condiciona toda la sociedad. Sin embargo, no debería hacerlo en provecho de unos pocos que se valen de su trabajo para su propio lucro personal, sino como un trabajador libre, emancipado.
Para lograr la humanización del trabajo se debe eliminar para Marx, la propiedad privada, y ser los obreros dueños de su propio trabajo. Se formaría así una dictadura del proletariado, que se adueñaría del poder tanto político como económico, para pasar luego a la etapa de la abolición del Estado y de las cases sociales.
El pensamiento marxista inspiró las conquistas sociales de los trabajadores durante el siglo XIX, y contribuyó a gestar el Derecho del Trabajo.