Diferencias entre democracia y república
Tanto democracia como república se basan en el concepto de participación popular. Democracia significa literalmente “gobierno del pueblo” y república “cosa del pueblo”.
La democracia nació en Atenas casi simultáneamente con la república romana (la primera se consolida con Clístenes en el 508 a. C, aunque se estuvo formando desde las reformas de Solón, y la segunda a partir del año 509 a. C. cuando el pueblo se cansó del poder absoluto de los reyes.
Las instituciones son similares. El Areópago ateniense puede ser asimilado al Senado romano, integrados de modo vitalicio, por jefes de familia prestigiosos y con experiencia en la vida pública. En ambos sistemas hay asambleas populares y también magistraturas, si bien concebidas desde su particular cultura, filosófica y teórica en Atenas, y práctica en Roma.
La Democracia ateniense era restrictiva, gobierno de los iguales sin distinciones por riqueza o títulos nobiliarios (solo participaban en las asambleas populares los hombres libres y mayores edad) y también lo fue la República romana, donde el valor de los votos dependía de la clase a la que se perteneciera, y la voluntad expresada no era individual sino por su centuria. La República romana nació solo para los patricios, y recién a partir del año 450 antes de Cristo, los plebeyos irán conquistando paulatinamente su participación política.
La tradición republicana que como vimos nace en Roma, lo hizo como modo de lograr la igualdad de los ciudadanos y su libertad, para que sea un asunto de todos y no de uno solo, como en la monarquía, ni de algunos privilegiados, como en la aristocracia, ni de la mayoría, como en la democracia. Para Tito Livio, es el gobierno de las leyes.
Actualmente, las democracias, luego de la Revolución Francesa, se conciben como sistemas de gobierno que consagran el principio de la soberanía popular, pero donde el pueblo solo gobierna a través de los representantes que él elige mediante su voto cuando es convocado a elecciones. En ese momento el pueblo reasume su soberanía, pero luego, salvo las expresiones de democracia semidirecta que le brinda la Constitución, no puede deliberar ni gobernar.
Las democracias actuales combinan elementos de la tradición democrática ateniense, de la tradición republicana y también del liberalismo del Estado de Derecho del siglo XVIII. Se basan en el respeto a la opinión de las mayorías, a los derechos naturales y la vigencia de la ley que debe alcanzar con sus prescripciones tanto a gobernantes como gobernados. El gobierno democrático no es absoluto ni para siempre. La preponderancia de la ley, la temporalidad y la división de los poderes es parte de las ideas republicanas.
La República, atiende fundamentalmente a la división de poderes y al gobierno de la cosa pública para el bien común y no para un sector. Se opone a la concentración del poder en una persona o institución y que este poder se perpetúe en el tiempo. En la república lo que prevalece es la ley, es el gobierno de las leyes, según Tito Livio, aún por sobre la opinión de la mayoría, lo que asegura que existan las libertades individuales, y el imperio de la democracia, si este sistema de gobierno está previsto en la Constitución.
Las repúblicas se oponen a los poderes absolutos. Los gobernantes republicanos tienen un cargo temporal y sus actuaciones no son secretas sino públicas, para lograr transparencia.
Las monarquías y las repúblicas actuales pueden ser o no democráticas, dependiendo si el pueblo puede elegir a sus representantes, y si lo hacen libremente. Algunas repúblicas actuales convocan a elecciones pero el partido es único, como en el caso de Cuba que se proclama sin embargo, república democrática. Algunas monarquías son democráticas, como ocurre con la monarquía parlamentaria española, que está produciendo un intenso debate sobre su continuación o la reforma constitución que elimine el sistema de reyes dinásticos e instaure un sistema republicano.