Derecho
Inicio Derecho político La política para Aristóteles

La política para Aristóteles

Publicado por Hilda

Para entender la concepción política de Aristóteles debemos primero recordar que él no creía como Platón en un mundo ideal y perfecto fuera del mundo sensible, sino que la idea estaba subsumida en las cosas que vemos y tocamos. Por eso él no hace como su maestro un estudio y exposición de un modelo ideal de Estado, sino que se concentra en los Estados reales, que podemos observar y que se ubican en un espacio y tiempo terrenal. Fue un pragmático más que un teórico.

Parte de la idea del hombre cuya realización la alcanza en la polis, en su vínculo social que lo lleva a perfeccionarse con los otros, dentro de los cuales acepta y reconoce las diferencias sociales, en una búsqueda constante del bien común que está por encima de los intereses individuales. La política deviene de la ética.

Para ser un buen ciudadano y dedicarse a los asuntos de la polis el hombre debe educarse y gozar de tiempo libre, por eso deja el trabajo que satisface las necesidades básicas en manos de los esclavos.

Aristóteles escribió un tratado al que denominó “Política”, compuesto de ocho libros, cuyo original se ha perdido, y nos han llegado notas de sus clases: El primero es el “Origen del estado y de la Sociedad”, donde expone que el Estado se fue conformando desde la unidad básica de la familia, que tiene su propio gobierno y poder (como el del amo sobre el esclavo, el esposo sobre su mujer e hijos). Las familias fueron asociándose cuando advirtieron que el bien común que deseaban alcanzar trascendía a la unión familiar. Así primero formaron pueblos, y estos al unirse de modo natural, ya que es natural la tendencia del ser humano a ser sociable, integraron el Estado, que aparece como un todo, que está por encima de las partes que lo componen, destacando la superioridad del Estado por sobre los individuos y grupos que lo integran.

En el segundo libro realiza un análisis de “La República” que escribió Platón, su maestro. Allí disiente con Platón en que para él los gobernantes no deben durar para siempre sino por un tiempo ya que todos los ciudadanos tienen el derecho a gobernar. Propone para el poder a los ciudadanos cuyas rentas sean medias (ni muy ricos ni pobres) una mesocracia.

El Libro tercero se refiere al ciudadano en su relación con el Estado. A las formas de gobierno, las clasifica en puras e impuras según tengan o no en cuenta el bien común. Las impuras son una degeneración de las puras, donde quien ejerce el poder lo hace para su beneficio personal o la de su grupo.

En el libro Cuarto, afirma que debe haber una relación entre la extensión territorial y los habitantes. El territorio debe ser mediano, ni grande ni pequeño (en concordancia con su pensamiento de que la virtud debe estar en el justo medio). Los ciudadanos deben integrarlo en forma reducida para que puedan conocerse entre sí y sea fácil controlarlos.

En el libro cinco se ocupa de la educación de la juventud para formarlos en la virtud, prescindiendo de enseñanzas de oficios. Se prefiere que conozcan la lectura, la escritura, la gimnasia y las artes.

En el libro sexto se ocupa de los deberes que debe tener el legislador, que es adaptar las leyes al lugar donde regirán, tratando de que puedan perdurar en el tiempo y que sean posibles de aplicar en todas las ciudades.

En el libro séptimo se aborda el tema de los principios que deben primar en la democracia, que son la libertad, la periodicidad de los cargos, la elección de los gobernantes por todos los ciudadanos y el sorteo de los magistrados y el poder supremo de la asamblea de los ciudadanos.

El tema del libro octavo son las revoluciones, que son para él provocadas por la desigualdad, siendo la menos propensa a generarla, la democracia.