Sufragio político
El sufragio o voto político, etimológicamente del latín “suffragium” significa asentir, y es la manifestación de voluntad expresada oralmente o por escrito, secreta o públicamente, por la cual la ciudadanía participa activamente de la vida política de la comunidad que integra, en ejercicio de este derecho natural, que sirve para resolver conflictos a través de imponer la voluntad de la mayoría. Actualmente el sufragio tiende a ser universal y secreto.
Ya pueblos de la antigüedad, como los romanos, desde sus primeras épocas hacían efectiva la participación del pueblo con derecho de voto o “ius sufragii” en las asambleas populares o comicios, donde se votaban las leyes.
A partir de la Edad Media, el voto pierde su tradicional función, siendo reservado para ciertas instituciones, como las Asambleas Generales, casi nunca convocadas, donde el voto era por estados y no por individuo, privilegiándose a sectores minoritarios, que eran la nobleza y el clero.
Sin embargo, a partir del siglo XVIII con la aparición de los Estados democráticos el sufragio comienza a hacer sentir su misión vital para que el pueblo exprese sus opiniones en las elecciones gubernamentales, y en consultas populares, decidiéndose por mayoría.
Hauriou explica que por el sufragio el pueblo acepta o rechaza las propuestas o decisiones de otro poder, y otorga a personas, candidatos y programas, confianza y adhesión.
El derecho a sufragar es un derecho político garantizado constitucionalmente, y un poder, el poder electoral, por medio del cual, el pueblo, en ejercicio de la ciudadanía que en general se adquiere a partir de los 18 años, participa en las más importantes decisiones políticas.