Prueba de la muerte
La muerte es la causa de que se extingan las personas físicas, lo que puede suceder por causas naturales, accidentes, ser autoprovocadas (suicidio) u ocasionadas por actos de terceros (homicidio). También puede la muerte ser declarada por presunción legal en caso de ausencia prolongada.
En la República Argentina de acuerdo a los artículos 80 y 104 del Código Civil argentino, la muerte se acredita con la correspondiente partida de defunción, la que es otorgada por el Registro Civil, previa denuncia del hecho, lo que hace la persona interesada (están obligados a denunciar la muerte, el cónyuge supérstite, parientes próximos, convivientes, el médico que prestó asistencia en su última enfermedad, agresión o accidente y la funerario que inhumó los restos) adjuntando certificado de profesional médico que dé cuenta de la fecha, hora y motivo del deceso; o certificación policial, firmada por dos testigos que hayan tomado vista del cadáver.
Existen casos especiales, como cuando un militar muere en combate y no ha podido asentarse la muerte en un Registro. En este caso se prueba la muerte por las constancias del Ministerio de Guerra (art. 105 CC). El artículo 106 que habla de los fallecidos en lazaretos, prisiones, hospitales, cuarteles o fortalezas, ha quedado como letra muerta, ya que actualmente no se prueba con los asientos que consten en esos establecimientos, sino con la certificación del Registro Civil.
En países donde no hay Registros Civiles, o cuando es fácticamente imposible conseguirlos, el artículo 108, permite cualquier otro medio de prueba, usándose especialmente testigos. La ley 14.394 de 1954, incorporó el párrafo que establece un caso de muerte presunta, lo que sucede cuando no aparece el cadáver o no puede identificarse, pero dada las peculiares características del hecho, se tiene por cierto que la persona se encuentra fallecida, y en ese caso se dispone la inscripción registral de la muerte.
Entre los casos que la jurisprudencia consideró que la muerte era certera, está el de quien cayó de un avión al mar infectado de tiburones, y no se encontró el cuerpo pero sí los restos del avión.