El ius
Ulpiano, en el Digesto, recoge la cita de Celso, y define al “ius” como “El arte de lo bueno y de lo equitativo”.
En castellano, suele decirse que “ius” es sinónimo de la palabra Derecho, aunque esto no es lo más acertado, ya que Derecho proviene del latín “derectum” que alude al fiel recto de la balanza que mantiene esa posición cuando los pesos puestos en ambos platillos, se hallan equilibrados.
“Ius”, es un vocablo proveniente del sánscrito, antiquísima lengua indoeuropea, que quiere decir, ligar o unir. Derivadas de “ius” son las palabras: “iudex” (Juez) “iustitia” (justicia) o “iurisprudentia” (jurisprudencia).
Volviendo a la definición de Celso, podemos afirmar que el “ius” como arte responde al concepto de arte como “tekné”, que en griego significa lo mismo que técnica, o sea, el conjunto de pautas regladas que deben seguirse para lograr un buen resultado.
En cuanto “a lo bueno” vemos la gran vinculación del Derecho con la moral, aunque los romanos separaron bien ambos campos, a pesar de su influencia. Los griegos evolucionaron mucho en ese campo. Desde la idea socrática del respeto incuestionable de la ley, a pesar de que su contenido fuera injusto, se fue avanzando a través, primero de Platón y luego de Aristóteles, que colocó al Derecho Natural es una esfera superior a la del Derecho Positivo, con el fin de iluminarlo y corregirlo. Cicerón también expuso el mismo pensamiento, haciendo una similitud entre una mala ley y una mala receta médica. Ambas no son, respectivamente ni una ley ni una receta.
Al hablar de lo equitativo, la definición hace referencia a la justicia, aplicada a los casos particulares y concretos.
El “ius” en Roma era el conjunto de reglas buenas y equitativas elaboradas por los hombres, pero en un principio, estas prescripciones estuvieron confundidas con el “fas” o derecho divino, que era quien le brindaba al “ius” su contenido. Un acto, para ser lícito debía conformarse a la voluntad divina. Sin embargo, el hombre romano tuvo la necesaria habilidad para poder ir desprendiendo poco a poco lo religioso de los humano.
Además de estas consideraciones, es importante destacar que el «ius» no solo se limita a la esfera jurídica, sino que también tiene implicaciones sociales y políticas. En la sociedad romana, el «ius» era un instrumento que permitía regular las relaciones entre los ciudadanos y entre estos y el Estado. Así, el «ius» se convierte en un elemento esencial para el mantenimiento del orden social y la convivencia pacífica.
En el ámbito político, el «ius» también jugaba un papel fundamental. Los gobernantes romanos eran conscientes de la importancia del «ius» para legitimar su poder y garantizar la obediencia de los ciudadanos. Por ello, se esforzaban por promulgar leyes justas y equitativas que reflejaran los principios del «ius».
Expresiones en que fue utilizada la palabra “ius”, fueron, por ejemplo:
“Ius dicere”: Lo que dice el pretor administrando justicia
“In ius vocatio”: Citación a comparecer en justicia
“Ius petere”: Pedir justicia
“Ius nullum”: Ausencia de justicia
“Optimo iure”: con pleno derecho
“Ius civile”: derecho de los ciudadanos romanos
“Ius gentium”: derecho común a los distintos pueblos
“Ius naturale”: las normas que imprime la naturaleza en todos los animales.
En el contexto de la expansión del Imperio Romano, el «ius» adquirió una dimensión internacional. El «ius gentium», o derecho de los pueblos, se desarrolló para regular las relaciones entre los romanos y los pueblos conquistados. Este derecho se basaba en principios universales de justicia y equidad, y se consideraba superior a las leyes particulares de cada pueblo. De esta manera, el «ius» se convirtió en un instrumento de integración y pacificación de los territorios conquistados.
En resumen, el «ius» es un concepto multifacético que abarca aspectos jurídicos, sociales y políticos. Su estudio nos permite comprender mejor la complejidad de la sociedad y el derecho romanos, y su influencia en el desarrollo del pensamiento jurídico occidental.