Lobbies
Significa corredor o pasillo, usándose para designar a quienes mantienen reuniones en los pasillos del Congreso, sin pertenecer a ese organismo, para influir en las decisiones legislativas. Por extensión se dice que hacen lobby, los individuos o empresas cuya función es influir en la toma de decisiones de los funcionarios que detentan los poderes del Estado, para mejorar la situación patrimonial o el status, propio o de sus representados, por ejemplo lograr que una empresa gane una licitación pública. Son un importante grupo de presión.
En 1946 fue reconocida su actividad como legal en Estados Unidos a efectos de ejercer un mayor control sobre su funcionamiento. En Washington hay treinta mil. En Europa se ha creado un registro único de grupos de presión, de inscripción voluntaria. Los lobbistas pueden ser abogados, sindicatos, ONG, y cualquier organización que presione para el logro de fines empresariales (se trata de empresas de todo tipo: de automóviles, farmacéuticas, petroleras, de transporte, etcétera) o de grupos de personas. Son importantes las vinculaciones de los lobbistas con los funcionarios, por lo cual muchos de ellos suelen ser ex legisladores.
Además, es relevante destacar que el lobby no es una actividad exclusiva de las grandes corporaciones. También las pequeñas y medianas empresas, así como los colectivos sociales, pueden hacer uso de estas estrategias para defender sus intereses. En este sentido, el lobby puede ser una herramienta para equilibrar el poder y dar voz a aquellos grupos que, de otra manera, podrían quedar marginados en el proceso de toma de decisiones.
En Argentina se discute su legitimidad ya que tienen en vista intereses particulares asignándose fondos en virtud de beneficios corporativos dejando de lado la función social de los poderes públicos, y presionando en ellos, quitándoles su independencia, sosteniéndose que la forma de actuación legal de grupos es a través de partidos políticos, aunque los lobbistas muchas veces presionan aún sobre los partidos políticos.
Si bien tienen una connotación peyorativa, algunos lobbies tienen buenos propósitos como la defensa de intereses de clase, como los de los homosexuales o mujeres, o evitar que ingresen alimentos transgénicos, o posicionar a una empresa en el mercado; el problema no es la actividad en sí, sino que son los medios que emplean para lograr sus fines, muchas veces ligados a la corrupción, como por ejemplo, los sobornos. Sin embargo, no tienen por qué emplear esas estrategias. Un lobby será legal o ilegal dependiendo de los medios que use para lograr sus fines.
Es importante mencionar que, a pesar de las críticas, el lobby puede jugar un papel crucial en la democracia moderna. Al proporcionar información valiosa a los legisladores, los lobbistas pueden ayudar a informar y formar políticas públicas. Además, al representar una amplia gama de intereses, pueden contribuir a un debate político más equilibrado y diverso. Sin embargo, para que el lobby sea efectivo y legítimo, es esencial que se realice de manera transparente y ética. Esto implica, entre otras cosas, evitar cualquier forma de corrupción y garantizar que todas las partes interesadas tengan la oportunidad de ser escuchadas.