Relación entre derechos y deberes
Los derechos humanos están cada vez más en boca de todos, y está muy bien que así sea, pues su desconocimiento acarrea casos de inequidad, de lo cual la Historia nos brinda paradigmas no muy felices.
Sin embargo, hablar de derechos no debe hacernos olvidar de la otra faz de los mismos, que son los deberes que el ejercicio de los derechos conlleva. Si sólo tendríamos derechos, y nadie obligaciones, los derechos se superpondrían y no existirían para nadie. Si los padres sólo tuvieran derechos sobre sus hijos, como los de educarlos como deseen, corregirlos, hacerles cumplir tareas sencillas del hogar, pero no tendrían la obligación de educarlos de la manera correcta, mandándolos a la escuela, alimentarlos y cuidarlos, esos niños tendrían derechos que no se cumplirían.
Es por ello que no debemos olvidar la existencia de deberes que no son en este caso acciones contrarias sino complementarias de los derechos, que hacen a su misma existencia. Si un trabajador, por ejemplo, pudiera hacer lo que quisiera en su trabajo, resultarían violados en este caso los derechos del empleador, y viceversa.
Además, es importante destacar que los derechos y los deberes no son estáticos, sino que evolucionan con el tiempo y el contexto social. Al igual que la sociedad, los derechos y deberes se adaptan y cambian para reflejar las necesidades y valores cambiantes de la comunidad. Por ejemplo, en el pasado, los derechos de las mujeres y los niños no eran reconocidos en la misma medida que hoy en día. Esto se debe a un cambio en la percepción social de lo que es justo y equitativo.
Hay derechos que sólo tienen como límite el respeto a la ley, a las buenas costumbres y el no perjuicio de terceros, como los derechos de reunión, la libertad de tránsito, el de pensamiento y expresión, o la libertad de cultos, pero otros imponen específicos deberes como son por ejemplo la patria potestad, los derechos alimentarios entre parientes o los derechos y deberes entre patrones y empleados, o los que se derivan entre los cónyuges a consecuencia del matrimonio. En estos últimos casos se habla de derechos-deberes.
En el caso del derecho del trabajo se plantea si el derecho a trabajar es sólo un derecho, y por lo tanto, si hay gente que puede optar por no trabajar para ganarse su sustento. En esta situación hay que distinguir si esa persona tiene o no cargas de familia, pues por ejemplo, un padre que no pasa alimentos a sus hijos por no querer buscar trabajo, puede hacerlo pasible de condena civil y penal.
Además, es crucial entender que los derechos y deberes no son absolutos. Aunque todos tenemos derechos fundamentales, estos pueden ser limitados en ciertas circunstancias para proteger los derechos de los demás o el bienestar de la sociedad en general. Por ejemplo, el derecho a la libertad de expresión no permite la difamación o el discurso de odio. De manera similar, aunque tenemos el deber de obedecer la ley, existen circunstancias en las que desobedecer una ley injusta puede ser moralmente justificado.
Por último, es esencial recordar que los derechos y los deberes están intrínsecamente vinculados. No podemos disfrutar de nuestros derechos sin cumplir con nuestros deberes, y viceversa. Por lo tanto, para vivir en una sociedad justa y equitativa, debemos esforzarnos por equilibrar nuestros derechos y deberes, y respetar los de los demás.